martes, 15 de enero de 2013

INTRODUCCIÓN A LOS CAPÍTULOS 2 Y 3: LAS SIETE IGLESIAS, LAODICEA

VII. Laodicea.

Laodicea, la última de las siete ciudades a cuyas iglesias Juan dirigió las cartas del Apocalipsis, se hallaba a unos 160 km al este de Efeso. Estaba en el valle del río Lico, que corre entre montañas que se elevan hasta 2.500 y 2.800 m. Este río Lico de Frigia, tributario del río Meandro, no debe ser confundido con el Lico a cuyas orillas estaba Tiatira, tributario del Hermos. Laodicea estaba a algo más de 3 km al sur del Lico de Frigia, a una altura de unos 250 m sobre el nivel del mar, en el camino principal de Efeso al Eufrates. Probablemente fue fundada por Antíoco II (261-246 a. C.), uno de los gobernantes seléucidas de la era helenística, quien dio a la ciudad el nombre de Laodicea en homenaje a su hermana y esposa, y la pobló con sirios y judíos traídos desde Babilonia. Laodicea fue una población insignificante durante el primer siglo de su existencia; pero aumentó su importancia rápidamente después de la formación de la provincia romana de Asia en el siglo II a. C.

Laodicea estaba situada en una región donde hay grandes rebaños de ovejas 106 negras, y por eso se convirtió en el centro comercial de la lustrosa lana negra y de las vestiduras negras confeccionadas en la ciudad. Ambos, la lana y los vestidos, se exportaban a muchos países. La ciudad también era renombrada como centro exportador del famoso polvo frigio para los ojos, y como un firme centro financiero con varias casas bancarias que atraían mucha riqueza. También logró fama por estar cerca del templo de Men Karou, donde funcionaba una bien conocida escuela de medicina.

Por tales razones Laodicea fue conocida durante la era romana como una de las ciudades más ricas del Cercano Oriente. El emperador Nerón la llamó "una de las ilustres ciudades del Asia" cuando ofreció a los laodicenses ayuda financiera para la reconstrucción de su ciudad después de que un gran terremoto la destruyó en el año 60 d. C. Sin embargo, los orgullosos y ricos ciudadanos de Laodicea no aceptaron esa ayuda, y respondieron a quien deseaba beneficiarlos que tenían suficientes recursos financieros para reedificar su ciudad sin ayuda externa.

Conocer la historia de Laodicea, su riqueza y principales productos, da más significado a ciertas declaraciones de la carta de Juan dirigida a su comunidad cristiana (Apoc. 3: 14-22). Sus miembros creían que eran ricos, que se habían "enriquecido" y que "de ninguna cosa" tenían "necesidad" ; pero en realidad espiritualmente eran desventurados, miserables y pobres (vers. 17). Sin embargo el Señor les aconsejaba que no confiaran en el oro de sus bancos, sino que compraran de él "oro refinado en fuego" para que fueran ricos (vers. 18). También les aconsejaba que compraran de él "vestiduras blancas" para vestirse a fin de que no se descubriera la "vergüenza" de su "desnudez" (vers. 18). Algunos comentadores ven en estas palabras una referencia al hecho de que los laodicenses estaban orgullosos de sus brillantes vestidos negros confeccionados en su ciudad y exportados a muchos países. ¿Por qué, pues, alguien podía decir que estaban desnudos (vers. 17)? También creen los comentadores que el orgullo de los laodicenses por su famoso polvo frigio para los ojos fue el motivo del consejo de que compraran de Cristo "colirio" " para que vieran (vers. 18).

Que la iglesia cristiana de Laodicea fue fundada a comienzos del período apostólico, está confirmado por el apóstol Pablo, quien dirigió una carta a esa iglesia, aunque la carta parece haberse perdido (ver com. Col. 4: 16). Al parecer la iglesia creció con rapidez, y Laodicea llegó a ser sede de episcopado en el siglo II d. C. Uno de sus obispos, Sagaris, murió allí mártir en 166 d. C. En varios registros se mencionan los nombres de otros mártires cristianos de Laodicea, que ofrendaron sus vidas durante las persecuciones de los primeros siglos de la era cristiana. En el siglo IV la ciudad fue la sede de un importante concilio eclesiástico.

En el siglo XI la ciudad fue conquistada por los selyúcidas; pero los cruzados cristianos la recuperaron en 1119 d. C. Sin embargo, dos siglos más tarde fue destruida por los turcos y nunca ha sido reconstruida. En su lugar fue fundada una nueva ciudad denominada Denizli, cerca de un manantial en las proximidades de Laodicea. De las ruinas de la antigua Laodicea, usadas como cantera, se extrajo material para la edificación de esta nueva ciudad. El nombre turco del sitio de las ruinas es ahora Eski Hisar, que significa "Viejo Castillo".

En este lugar nunca se han efectuado excavaciones sistemáticas, aunque una gran zona cubierta de ruinas promete ricas recompensas a cualquier expedición arqueológica que use la pala en ella. Dos teatros romanos se hallan en bastante buen estado, y además se puede reconocer un gran estadio. También son visibles columnatas, acueductos que llevaban agua a la ciudad y las ruinas de antiguas iglesias, aunque la identificación definida de las diversas ruinas sólo podría hacerse después de las excavaciones.