IV. Tiatira
Tiatira era una antigua ciudad lidia, sobre
el río Lico, tributario del Hermos, en la parte norte de Lidia; pero tan cerca
de Misia que aun los antiguos, por error, con frecuencia se referían a ella como
a una ciudad misia. Su historia más antigua no es bien conocida, excepto que era
una ciudad santa del dios sol Tirimnos de los lidios, generalmente representado
como un dios jinete. Alrededor del siglo III a. C. la ciudad evidentemente había
decaído, y fue fundada de nuevo por Seleuco Nicátor (301-281 a. C.), quien la
colonizó con griegos. Desde entonces Tiatira continuó siendo una de las más
pequeñas ciudades helenísticas del Asia Menor occidental. Aunque llegó a ser el
centro comercial del valle del Lico, nunca fue una metrópoli como Efeso,
Esmirna, o Pérgamo.
Puesto que la ciudad parece haber disfrutado de una
vida más bien tranquila y pacífica durante la mayor parte de su existencia, su
historia tiene poca importancia si se la compara con la de Esmirna o Efeso.
Cuando Tiatira estuvo más expuesta a verse implicada en una guerra fue en el año
190 a. C., cuando Antíoco el Grande ocupó la ciudad con sus tropas en
anticipación a la lucha con el ejército romano. Sin embargo, la batalla que hubo
entre él y Escipión se peleó en Magnesia, unos 65 km al sur de Tiatira, y la
ciudad tuvo la suerte de no sufrir daños.
Tiatira quedó sepultada bajo
Akhisar, ciudad de más de 60.000 habitantes, cuya principal industria es la
confección de alfombras. El nombre turco Akhisar -"Castillo blanco"- se debe a
las ruinas blancas de un castillo medieval que están cerca de la población
moderna. En Akhisar nunca se han hecho excavaciones sistemáticas; pero cuando
los habitantes han cavado para poner los cimientos de sus casas, con frecuencia
han encontrado artefactos antiguos. En esta forma se han descubierto numerosas
inscripciones que han ido a parar a diversos museos.
La antigua Tiatira
era una ciudad de gremios. En ninguna otra ciudad del Asia occidental los
diversos artesanos estaban organizados en gremios bien disciplinados como en
esta ciudad. Entre ellos estaba el gremio de los tintoreros, que era muy
importante. Los tintoreros de Tiatira habían aprendido a hacer tintura de
púrpura con raíz de rubia en vez de hacerla con crustáceos, como se hacía en
otros centros productores de púrpura del mundo antiguo. Esta tintura de púrpura,
ahora llamada "rojo de Turquía", permitía a los tintoreros de Tiatira competir
con éxito con otros centros de preparación de tinturas. Lidia, uno de los
primeros conversos de Pablo en Filipos, es llamada "vendedora de púrpura, de la
ciudad de Tiatira" (Hech. 16: 14). Es indudable que esta ciudad de Anatolia
tenía representantes comerciales 102 en países extranjeros como Macedonia, donde
estaba Filipos.
En la antigua Tiatira había un templo dedicado a una
deidad llamada Sambate, donde una profetisa daba sus oráculos. Algunos
comentadores de la Biblia han pensado que las palabras de Juan, " "toleras que
esa mujer Jezabel, que se dice profetisa, enseñe y seduzca a mis siervos" "
(Apoc. 2: 20), se refieren a esa profetisa que daba los oráculos en el templo de
Sambate. Sin embargo, es dudosa la exactitud de esta interpretación; tampoco es
seguro si W. M. Ramsay tiene razón cuando ve referencias en esta cuarta carta
del Apocalipsis (cap. 2: 18-29) a los claudicantes cristianos, miembros de
ciertos gremios. El piensa que muchos miembros de iglesia vivían todavía bajo la
disciplina de sus respectivos gremios, a los que habían pertenecido antes de
hacerse cristianos, y que continuaban tomando parte de algunas prácticas
inmorales y dudosas durante las festividades y en otras reuniones.
Que
la iglesia de Tiatira perdió su pureza y experimentó dificultades en los
primeros siglos de la era cristiana, parece evidente por una observación de
Epifanio, padre de la iglesia, quien afirma que a comienzos del siglo III toda
la ciudad y sus alrededores habían abrazado la herejía montanista. Fuera de esto
no es mucho lo que se sabe de la historia de la iglesia cristiana de esta
ciudad, cuya condición espiritual se convirtió en un símbolo de la iglesia
apóstata de toda la Edad Media.