III. Pérgamo.
Pérgamo, situada en un amplio valle 5 km
al norte del río Caico y a unos 25 km del mar, era otra de las famosas ciudades
del Asia Menor. El palacio, los templos, teatros, gimnasios y otros edificios
públicos de la antigua Pérgamo estaban construidos en la cima y en las faldas de
una elevada colina. La sección residencial de la ciudad quedaba al pie de la
colina, en el mismo lugar de la llanura donde se encuentra la moderna población
de Bergama, de unos 35.000 habitantes (1980).
La ciudad fue fundada por
colonizadores griegos. Aunque no se sabe mucho de su historia primitiva, parece
que era importante en el siglo V a. C., pues ya acuñaba sus propias monedas en
420 a. C. De su historia se sabe más a partir del siglo III a. C. Lisímaco, uno
de los generales y sucesores de Alejandro, depositó en ese tiempo el tesoro de
su nación -9.000 talentos (el talento pesaba unos 34 kg) de oro- en la sólida
fortaleza de la ciudad. Después de la muerte de Lisímaco en 281 a. C.,
Filitaero, guardián de ese tesoro, se apropió de él y se autonombró gobernante
de Pérgamo hasta su muerte en el año 263. Se convirtió en el fundador de la rica
dinastía de los Atálidos, que ocupó el trono durante unos 150 años. Aunque la
historia del reino independiente de Pérgamo fue corta, dejó su huella en el
mundo antiguo, y la riqueza de sus reyes se hizo proverbial, como había sucedido
antes con Creso, rey de Sardis.
El rey Atalo I (241-197 a. C.) fue el
primer gran gobernante del reino de Pérgamo. Tuvo que luchar contra los galos,
antepasados de los gálatas que aparecen en el Nuevo Testamento. Los galos habían
invadido el Asia Menor desde el oeste y se habían establecido en el centro de
Anatolia (ver Nota Adicional de Hech. 16). Cuando los galos fueron decisivamente
derrotados en 240 a. C., Atalo pudo ensanchar mucho el territorio de su reino.
Cuando murió, Pérgamo dominaba en toda Misia, Lidia, Caria, Panfilia y Frigia,
territorio que abarca casi la mitad del Asia Menor. La riqueza proveniente de
los tributos que afluían a Pérgamo desde esas regiones, se usaba para embellecer
la capital, hasta el punto de que se convirtió en una de las más maravillosas
ciudades de su tiempo. Tenía tantos templos, teatros, gimnasios y otros
edificios públicos monumentales, que era aclamada como la ciudad más rica del
mundo.
Durante el período de Eumenes II (197-159 a. C.), que fue el rey
siguiente, se fundó una biblioteca que creció hasta poseer una colección de
200.000 manuscritos. Esta biblioteca despertó la envidia de Tolomeo V de Egipto
(203-181 a. C.). Temiendo que pronto sobrepujaría a la biblioteca de Alejandría,
prohibió la exportación de papiro, el material de escritura más común de la
antigüedad. Como Egipto era el único país en que se manufacturaban los rollos de
papiro, de esa manera esperaba reducir la producción de libros en otros países.
Esta emergencia se convirtió en una gran ventaja, pues indujo a los que hacían
libros en Pérgamo a inventar el pergamino, el mejor material de escritura que
jamás se haya producido. El pergamino se prepara refinando el cuero de animales
tiernos como terneros, ovejas o cabritos, mediante un proceso de curtiembre.
Tiene diversas ventajas sobre el cuero común, que también usaban los antiguos
como material de escritura. Como este nuevo material fue inventado en Pérgamo,
recibió el nombre griego de pergam'nós , y pergamena en latín, de donde deriva
"pergamino".
La biblioteca de Eumenes más tarde fue retirada de Pérgamo
por Marco Antonio, quien se la regaló a Cleopatra. Cuando los árabes
conquistaron a Egipto fue destruida junto con muchas otras colecciones de libros
antiguos.
Durante el tiempo de Eumenes II también se erigió el gran
altar de Zeus, la obra maestra de las famosas obras de arte de Pérgamo. De ella
ya nos volveremos a ocupar. Una de las más formidables obras técnicas que datan
de su reinado fue un acueducto para llevar agua, mediante presión, hasta la
acrópolis de Pérgamo. El agua, que provenía de vertientes montañosas de un nivel
más alto que la loma de la acrópolis de Pérgamo, corría por una cañería de
varios kilómetros de longitud que cruzaba la planicie donde estaba situada la
ciudad. En la antigüedad nunca se había intentado hacer una obra de tan vastos
alcances, ni tampoco fue imitada durante siglos. Aún se pueden ver las ruinas de
este acueducto.
Eumenes II fue sucedido sólo por dos reyes más: Atalo II
(159-138 a. C.) y Atalo III (138-133 a. C.). Pérgamo dejó de ser un reino
independiente porque el último monarca mencionado, un gran admirador de Roma, en
su testamento legó su reino 100 a los romanos. Roma se posesionó de Pérgamo
después de la muerte de Atalo III, y se sabe que en el año 129 a. C. parte del
reino había sido organizado como la provincia de Asia, cuya capital era Pérgamo.
Aunque con el correr del tiempo Pérgamo perdió algo de su fama ante Efeso y
Esmirna, y finalmente vio cómo Efeso se convertía en la capital de la provincia,
durante siglos permaneció como una de las más ilustres y ricas ciudades del Asia
Menor occidental.
Durante la edad apostólica se estableció en Pérgamo
una iglesia cristiana, como se puede ver en la tercera carta del Apocalipsis
(cap. 2: 12-17). Esta carta menciona las buenas cualidades de la iglesia y el
hecho de que Antipas, un fiel mártir, había sido muerto en esa ciudad; pero
también reprocha duramente a los cristianos de Pérgamo por tolerar la idolatría
y la inmoralidad dentro de la iglesia. La ciudad se convirtió en un centro
cristiano y se mantuvo así durante siglos. En el año 1304 d. C. fue conquistada
por los selyúcidas, y 32 años más tarde por Solimán. Desde entonces ha sido
turca, y su tamaño gradualmente ha disminuido hasta llegar a ser el pueblo que
es ahora.
El gobierno alemán ha patrocinado excavaciones en Pérgamo
desde 1878, las que intermitentemente se han llevado a cabo en las ruinas,
principalmente en la acrópolis. Durante estos 100 años se ha desenterrado una
extensa zona, lo que da al visitante moderno un claro concepto del trazado de la
ciudad antigua. Sería cansador dar descripciones de los diversos templos
dedicados a Zeus, Dionisio, Palas Atenea, Demetrio y otros dioses, así como
describir las ruinas del palacio real, de los diversos teatros, gimnasios y
otros edificios públicos. Sólo se describirán brevemente dos de las más famosas
construcciones de Pérgamo, ambas catalogadas por diferentes comentadores de la
Biblia como "el trono de Satanás" que Juan menciona en la carta a Pérgamo (Apoc.
2: 13). Una de esas construcciones es el altar de Zeus, ya mencionado, que fue
construido por Eumenes II en el siglo II a. C., y la otra es el Asclepión, uno
de los más famosos de todos los hospitales de la antigüedad.
El altar de
Zeus era una enorme construcción, de como 36 m de largo por 34 de ancho y 12 de
alto, y además una obra maestra de arte y arquitectura. Consistía en un edificio
de dos pisos construido en forma de herradura, cuya parte inferior estaba
cubierta con bellos relieves tallados que conmemoraban la guerra entre Pérgamo y
los galos. Las partes superiores estaban formadas por columnatas. Esta magnífica
construcción naturalmente constituía una gran atracción para la ciudad, y
algunos comentadores han pensado que era "el trono de Satanás" al que se refiere
Juan el revelador. K. Humann, el primer excavador de Pérgamo, descubrió este
altar y extrajo algunas de sus lajas de piedra cincelada de los muros de la
ciudad, incorporados allí en la época bizantina. Todo este material fue
transportado a Berlín, en donde el altar completo fue reconstruido en el "Museo
de Pérgamo", y afortunadamente escapó a la destrucción provocada por los
asolamientos de la Segunda Guerra Mundial. Los rusos lo desmantelaron después de
la guerra y lo enviaron al este; pero más tarde lo devolvieron. Ver ilustración
frente a p. 737.
El otro sitio grande y famoso de Pérgamo, que algunos
comentadores pensaron que era "el trono de Satanás" mencionado en el
Apocalipsis, era el Asclepión, un complejo edilicio dedicado a Asclepio, dios
griego de la medicina, el Esculapio de los romanos, uno de los cuatro
principales dioses de Pérgamo. Hasta este lugar viajaban multitudes de enfermos
desde grandes distancias en busca de alivio para sus males; ha sido objeto de
excavaciones desde 1928. Allí se encontraron las ruinas de varias
construcciones, como salas en las cuales quedaban los pacientes y recibían
tratamientos con agua, un anfiteatro donde eran entretenidos y habitaciones
subterráneas donde se los hacía dormir para que recibieran en sus sueños
mensajes divinos 101 en cuanto a los tratamientos que debían recibir. Finalmente
había un templo circular en el cual los pacientes depositaban sus ofrendas antes
de marcharse, así como los pacientes modernos pagan sus cuentas en la oficina de
un sanatorio antes de ser dados de alta. En el atrio del Asclepión había un
monumento con las dos serpientes de Esculapio en relieve, el símbolo de la
profesión médica, el cual se usa todavía en nuestros días.
Galeno (c.
130-c. 200 d. C.), el más famoso médico de la antigüedad, nació en Pérgamo y
recibió su instrucción médica en el Asclepión. Posteriormente estudió en
Esmirna, Corinto y Alejandría. Su influencia en el ámbito de la ciencia médica
fue muy grande durante toda la Edad Media, y sus escritos muestran que los
médicos de sus días tenían algunos conocimientos científicos en cuanto al
funcionamiento del cuerpo humano y al poder curativo de ciertas medicinas y
métodos terapéuticos de tratamiento.